¿Cuándo volvéis?

Cuando a muchos de los estudiantes de medicina se nos pregunta por qué elegimos esta carrera, respondemos: “por ayudar a los demás”. Además muchos soñamos con que llegue el día de nuestra primera experiencia como voluntario. Las ganas estaban puestas, pero nos faltaba la preparación, ser voluntario en Cooperación Internacional, no es coger las maletas y salir a la aventura. Así que preguntando por compañeros de nuestra facultad, conocimos a SETEM-Córdoba y su curso de Educación para el Desarrollo.

David y yo estábamos en quinto curso, uno de los más duros, pero sacábamos tiempo los sábados para asistir al curso de formación. En él conocimos a 10 futuros voluntarios y aprendimos aquello de la Deuda Externa, la Soberanía Alimentaria y el rico cacao de Comercio Justo. Entre exámenes fuimos preparando el proyecto y la Universidad de Córdoba nos concedió el Programa Propio de Cooperación Internacional. Nuestra contraparte sería APAINE-Salud, un centro de rehabilitación especializado en problemas psicomotrices infantiles, en la localidad de Sicuani (departamento de Cusco, Perú). Y cuando llegó el verano, cruzamos el Atlántico, para ir a vivir a 3.500 metros sobre el nivel del mar, en la Cordillera de los Andes.

En Sicuani nos esperaban el equipo de APAINE, locos de contentos por darnos la bienvenida y advirtiéndonos del mal de altura, pero a lo que teníamos miedo era a estar fuera de nuestro ambiente habitual de prácticas. Había que recordar lo estudiado en traumatología, digestivo, neurología… y tuvimos que echar mano del Vademécum. Pero poco a poco nos dejamos de tecnicismos y comenzamos a ver que aquellos niños y sus padres necesitaban ser escuchados y hacerles sonreír.


Dimos una charla a los padres de niños epilépticos para que comprendieran mejor la enfermedad de sus hijos, jugamos al baloncesto sobre silla de ruedas con los jóvenes que formaban el equipo de Sicuani, visitamos algunos enfermos de las aldeas, jugamos con los niños que venían a su rehabilitación, hinchamos 200 globos…

Aprendí que los esfuerzos tienen su recompensa, y que es posible aportar ese granito de arena que deseé.

Lo que nunca olvidaré es la sonrisa de aquellos niños y el cariño al personal de APAINE que siempre nos pregunta: ¿Cuándo volvéis?










APAINE - Salud
Manuel Alejando Pérez Romero
Julio 2013

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